domingo, 30 de junio de 2013

PRÓLOGO- REGALO ( 1 )



Comienzo  a escribir hoy, como podría haber comenzado cualquier otro día de esta vida común de madre divorciada. A veces digo de "madre soltera", porque hace tan largos cinco años que "fui" a quien fue el padre de mis hijas de casa, que la palabra "divorciada" me suena a recién hecho, me suena a acto recién consumado. Así que soy una orgullosa soltera madre que intenta llevar una vida digna, en un momento crítico de la vida del país donde vivo y del globo terrestre en general. 




Tengo cuarenta y ocho años, el mes que viene "casi" cincuenta. Mi vida orgánica, "biorrítmica", me ha tratado lo suficientemente bien como para que todavía no haya entrado en la menopausia o tal vez sí, pero la verdad es que aún no tengo los síntomas que debiera. Lo que sí sé es que a veces quisiera dejar de preocuparme por tener siempre un paquete de compresas en el estante de mi baño, sobre todo para no pasar por el mal rollo de tener que estar alerta del día que es y que justamente me coincida con la noche de lujuria que espero tener. Este momento de incertidumbre orgánica, la verdad es que me pesa bastante, más cuando pasados dos meses "sin regla", festejé interiormente mi menopausia junto con mi "diosa interior", que sentía el momento de liberación, pensando en que no me podía llegar en mejor momento, porque aún se sentía joven y con deseos de vida, y de "buena vida", se entiende (aquí, debería aparecer el iconito de guiño de "facebook"). Y dije "pasados dos meses sin regla", porque hoy día, vuelvo a estar con ella.  Por otro lado hay un miedo en mi, una angustia lógica de mujer joven. Sí de mujer joven de casi "cincuenta" y es el de que mi cuerpo cruce la barrera "inexorable" y  que todo lo que aún poseo naturalmente, sin cirujías y con apenas el uso de una crema reafirmante para el cuerpo y una hidratante para la cara, de esas baratas compradas en el súper, vaya a parar al trastero de las cosas muy usadas.
 En síntesis, aún con mis "casi cincuenta" me siento una mujer apetecible, casi sin arrugas, buena delantera, piernas firmes de las rodillas hacia abajo,  mínima flacidez de las rodillas hacia arriba,  que come lo más sano que puede, que se da algún gustito de vez en cuando, cuando no un atracón de tarta de chocolate o helado de stracciatella o bombones para Navidad, pero que después se sitúa en que a cierta edad, más vale prevenir que curar y recomienza con las lechuguitas, tomatitos y demás alimentos que se supone reequilibran la balanza. Soy vaga para hacer deporte, lo tengo asumidamente reconocido de toda mi vida, vaga para salir a caminar, al punto de que cuando era joven, hace una veintena de años, para no quedarme atrás y dejándome llevar por la idea de que "tenía que hacerlo, porque era lo que debía", me impuse hacer un curso de dos años de fitness, porque pagaba caro y además de esforzarme por ser la mejor, debía estudiar y examinarme para aprobar. El hecho de tener que aprobar, me hacía sentirme en la obligación de cumplir.  Sólo así, a base de caña, me fue posible ser consecuente en lo que hoy, no puedo conseguir por voluntad propia.
Lo único realmente preocupante es mi cabello, que cada veinte días tengo que teñir, porque o los productos de cosmética capilar son cada vez peores, o mis canas aparecen con mayor rapidez y no coinciden con los treinta días de duración que promociona el producto. Mis canas son quienes me recuerdan el paso del tiempo por mi cuerpo y ciertos dolores reumáticos que en invierno me asechan. Mi mente, mi espíritu y mi alma, son profundamente joviales, me he propuesto mantenerme en los veintiocho años mentales y no ir más allá jamás en mi vida. De este modo, siempre estaré dispuesta a aprender, a querer saber más, a seguir estudiando, a relacionarme con gente joven y sentirme de igual a igual, a bailar, a reirme de tonterías, a experimentar, a amar, en síntesis a vivir y disfrutar de lo que se me ponga por delante. Tengo una teoría y es que se madura hasta cierta edad, no importa cuál sea ésta, lo demás es experiencia de vida y os la dejo aquí para que la meditéis y tal vez  me daréis la razón, o no.
Comienzo a escribir hoy, treinta de junio del dos mil trece, día del cumpleaños de mi amiga Mattina, que por razones obvias, no voy a nombrar por su nombre verdadero, como tampoco lo haré con ninguna de las personas reales que conviven conmigo o han pasado por mi vida, por una cuestión de total respeto. Voy a regalarte, Mattina, éste, mi primer libro,  que no sé si algún día  editaré o no. Éste es mi regalo virtual para ti.  Porque conoces los detalles más profundos de mi vida, conoces mis pesares, sufres cada día conmigo y disfrutas mis alegrías. Porque estás presente cada vez que te necesito a través del chat. Porque me socorres cuando "me incendio", porque despotricas contra quienes me hacen llorar y cruzas los dedos cada vez que quedo con alguien nuevo. Porque me sientes "hermana" aún teniendo hermanos, porque sabes que lo eres, porque no los tengo. Éste es mi regalo virtual dedicado a ti, junto con este abrazo cálido a la distancia  que algún día nos daremos personalmente, ¿a que si?.



No hay comentarios:

Publicar un comentario