sábado, 6 de febrero de 2010

MIS DÍAS CON " K "- 2

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MIS DÍAS CON " K "- 2



Tiempo de fiestas y reencuentro

Días antes de nochebuena, K viajó a Valencia. Quería disfrutar del calor de los abrazos de su madre, sus hermanos, sus sobrinos. Necesitaba de un tiempo de amor, de reencuentro en aquellas fechas especiales. Cada día se comunicó contigo de algún modo. Mediante mails que te contaban de cuanto disfrutaba jugando con esos niños que lo llenaban de besos y lo llevaban de la mano a recordar momentos de su infancia, que lo hacían reencontrarse con su niño interior. Ese, alejado de cualquier pensamiento negativo, ese que soñaba e imaginaba en completa libertad...
Te llamaba para decirte cuan importante era escuchar tu voz, para que supieses lo que deseaba tener un momento íntimo contigo, un momento mágico de conexión infinita...

Tú recibías cada sensación provocada por él como embelesada. Te gratificaba enormemente el hecho de que alguien se preocupara por ti. Agradecías el dormirte cada noche arropada por su ausente presencia y lo hacías con la más placentera de tus sonrisas... “Me alegro de que me extrañes un poquito”, te escribía.

Y regresó. Lo supiste pues apenas bajó del avión, tuvo la delicadeza de llamarte. Y pasó una semana. Te extrañaste de no volver a recibir ni un mail, ni una llamada, ni un sms. Una sensación de vacío te llenó el cuerpo. Su indiferencia comenzó a paralizar tu flujo de energía, el desgano comenzó a enraizarse en tu voluntad y miles de preguntas sin respuesta se clavaron en tu mente.

Un día, le enviaste un mensaje a su correo electrónico invitándolo a reflexionar sobre el hecho de que, si no quería tener nada contigo, te lo dijese a fin de que, evitando perder tu tiempo, pasaras página antes de desgarrarte profundamente. De inmediato te contestó con una llamada, pidiéndote disculpas por su frialdad e invitándote a ese momento de intimidad que tanto había deseado, estando en Valencia y acudiste, olvidando todo el dolor que te había provocado en esos días...

La noche fue mágica. Tal como la soñaste. Todo se conjugaba a la perfección. La casa de campo pequeña, íntima, acogedora, rodeada de frutales, la noche luminosa... El fuego de la chimenea, las velas perfumadas, la música lounge, la alegría del reencuentro, el abrazo infinito, los besos...Todo se fue dando con naturalidad, con libertad... El sofá blanco en ese ambiente acogedor los invitó a jugar a las caricias, a sentirse, a percibirse con los cinco sentidos. Y luego el paseo al más allá, a los mismos confines del cosmos infinito, a reencontrarse en una misma esencia. Tú y él. Él y tú, solos, envueltos de deseo, cubiertos de placer. Sólo os dejásteis para filosofar, o bien para expresar con palabras la felicidad que sentistéis al descubrirse en el semejante...

Fue difícil descansar... Cierta excitación permaneció latente toda la noche. Y cada movimiento, cada respiración del otro, hacía que las manos se encontraran, que las piernas se entrelazaran... Qué bello fue saber que estábais allí, juntos, presentes, uno en el otro. Qué bello fue el saber de la generosidad del otro, de la apertura interior... Nada os causó más placer que el reconocer que vuestras mentes estaban dispuestas a hacer el amor.

Y por la mañana, el abrazo de bienvenida a la realidad, el nuevo reconocimiento del terreno descubierto la noche acabada y un nuevo choque de energías que se entrelazaron y se fundieron para salir disparadas hacia el exterior en forma de luz perpetua. Más tarde el apetito, el desayuno entre melodías pop y el paseo a la orilla del mar, confesando cada uno lo que se había llevado del otro y que se atesoraría como la más preciada de las joyas de la corona. El viento fresco acariciando las mejillas, las manos entrelazadas y la vuelta a casa, prometiendo un nuevo encuentro...

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