sábado, 23 de enero de 2010

DURMIENDO EN EL BOSQUE.-

Si... 18/07/08.-

Si pudiera expresar con palabras lo que mi cuerpo siente cada mañana... Si al menos las palabras salieran de mí como brotan a mi paso jazmines en el viento. Si supieras que la brisa me acaricia y es tu mano. Si supieras que un sonido eres tú, una música eres tú, inundando mi sentido de equilibrio.Si supieras que te busco en la acera del calor, pero que a la vez eres la sombra que refresca mis senderos.

Si supieras que te bebo a cada instante. Si supieras que me alimento de tu respirar y que quito tu sudor para volverme a saciar... Comprenderías que vea a través de tu mirada, comprenderías lo que significa "clavada". Comprenderías mi vuelo en cada ave, mi sonrisa en cada hierba, mi cantar en cada cascada...

Comprenderías que "Ausencia" ya es un verbo y pretérito y no la es tal
.-




" Durmiendo en el bosque" .- 09/07/08.-

01:03 y tú rebotando en mi cerebro. Sí, “rebotando”, como una pelota de goma. No me dueles, te siento allí.

Acaricio la cama, sintiendo esa curva de tu vientre que sabes que está, que es tan tuya como el vello masculino de tus brazos que me abarcan, llegando a tus manos. Pienso en tus manos, en tus dedos finos y alargados que rozan mis labios o que juegan entre mi cabello para ayudarme a dormir. Pienso, te pienso, no dejo de pensarte.

La almohada me huye, se siente estrujada, no me soporta más. No puedo dormir y hoy no hace calor. Una tenue brisa entra a través de las persianas. No hierve mi piel, hoy no. Es mi cerebro el que no deja de bullir. No sé si a mis neuronas se les ha dado hoy por escuchar rock, y del pesado, de ese que no soporto. No sé si se ha sumado mi corazón al concierto o si son todos los que se han empeñado en quitarme el sueño. Después de todo, que más da una noche más de insomnio. A ellos no les importo. Una noche más, justo hoy que se puede…

Me encuentro escribiendo como una adolescente. Como si el tiempo no hubiera pasado para mí, como si el atardecer de mi vida otra vez se convirtiera en una mañana.

No puedo pensar en mañana, no sé si habrá mañana. Sólo puedo permitirle a mi cerebro guardar el instante. Que todo quede intacto, que el tiempo se detenga, que no retroceda, que no avance. Que siga siendo yo como ahora para ti, con mis cuarenta y quince años, con mis arrugas nacientes y mi cabellera mentirosa pero aún suave, con la vista que todavía enhebra agujas, con mis piernas y mis brazos aún firmes, que no envejezca más. Que el tiempo me duerma en una caja de cristal y los siete gnomos del bosque encantado me protejan para que nada ni nadie me pueda cambiar, para que todavía me encuentres preciosa cuando me vea tu corazón.

Te invoco desde el balcón del primer piso de mi palacio, te envío palomas blancas con besos envueltos en pañuelos de seda azul cada vez que te cruzas por mi mente. Los brujos y hechiceras del bosque se empeñan en decirme que tienes que ser tú el que aparezca en el caballo blanco que te regalé, que vengas montado o que vengas caminando, pero que vengas.

Hoy he comprado esta cuerda mágica e imaginaria que cruzará el mar para que llegue donde estás tú y la uses para seguir el camino que te indique.

He pedido que cuando muera, esparzan mis cenizas en primavera, en un campo cubierto de flores amarillas, pero antes de morir, quiero recorrerlo de tu mano.-


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