sábado, 23 de enero de 2010

MI MUNDO.-

Mi mundo.- 26/07/08.-



Soy de un mundo sin fronteras, sin el límite del “no se puede”. Soy de un mundo insatisfecho en la eterna búsqueda del Santo Grial. Soy de un mundo donde el momento se petrifica para que se detenga, se inmortalice. De un mundo desde donde me cobijo del influjo maligno de las corrientes frías.

Soy de un mundo sin fronteras con inmensas murallas internas al que sólo dos o tres bienaventurados viajeros del cosmos pueden ingresar. Soy de un mundo encarcelado en una música compuesta en el pentagrama del silencio.

Soy de un mundo en tinieblas que se esmera cada día por quitarse el velo para dejar pasar los rayos del sol. De un mundo de sombras que se hechizan bajo el influjo del querer iluminar.

Dicen que cuando más sonríes, más lloras por dentro; que cuando más guías, más necesitas que te conduzcan por el camino trazado; que cuando más das tu palabra de aliento, más necesidad tienes de que te devuelvan versos; que cuando más bendices, más deseas que te rediman; que cuando más tiendes tu mano, más necesidad hay de cobijo, de protección.

Dicen que a mayor deseo de agua fresca, más ofreces tus efluvios para que otros sacíen su sed.
Que a mayor necesidad de sostén, más tiendes cuerdas para que quien las necesite se aferre a ellas.

Soy de un mundo donde el grito desgarrante de las entrañas transmuta en melodía interna para acallar cada dolor.

Soy de un mundo donde el fantasma se combate hasta que se convierte en duende.

Soy de un mundo donde no se permite el insulto a la vida, aunque ésta se empeñe en editar un diccionario de vocablos con significado hiriente.

Soy de un mundo de rosas que ocultan las espinas que las lastiman; de un mundo de cánticos de adoración que se entremezclan con sonidos desacordes.

Soy de un mundo donde la magia de cada día se convierte en conjuro grotesco al caer el sol; donde el sol se enciende para dar vida pero que puede apagarla con la más mínima demostración de inconsistencia.

Soy de un mundo que pugna por echar palomas al vuelo para que crucen los mares llevando cartas de amor aferradas a sus delgados anillos de aluminio, pero de un mundo que sabe de barreras ambientales.

Soy de un mundo de tristezas como alfileres, de penas como agujas, de recuerdos de besos y caricias y noches de insomnio con la mirada aferrada a un verso que se escribió antaño y que no se lee con los ojos porque la vista dejó de ser sentido para convertirse en sentimiento. Y el reflejo de la luz enceguece de una manera que ya se aplican otros sentidos para crear el estímulo que acciona los mecanismos del corazón.

Soy de otro mundo. Del mundo de la lejanía, del reino del tal vez, del mundo del revés de la filosofía de medianoche, que se comparte con quien desea recibir haces de luz.

Porque la luz me cubre, me protege para proteger a quienes piden caricias en forma de palabras, que me brotan a raudales. Soy de este mundo que grita a las constelaciones para que no dejes de bailar al compás de esta música relajante regalada. Soy de este mundo que ya no gira en torno a sí mismo, ni se desplaza alrededor del sol, soy de este mundo que rota y se desplaza como mundo paralelo al mundo inventado por tu sentimiento.-

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