sábado, 23 de enero de 2010

RUEGO.-

Agua que riegas los campos de la mente, desciende al infierno que me abraza, acaba con el dolor que comienza, llueve en las cavidades de mis ojos para borrar de ellos cuanto he visto escrito.
Que las palabras mueran al anochecer, que agonicen en ríos subterráneos, para que mi corazón no sienta.
Que un ácido ciegue mis pupilas y que no sea arrastrada a los confines de la sintaxis.
Que lo bello, sea sincero, que no sea mero palabrerío salido de la tinta, que la tinta corra por sus venas convertida en sangre.
Que perciba, que viva, que entienda.
Que no hay mayor incapaz que aquel que se mueve en sentido contrario a lo que la vida le presenta.
Que no hay agonía peor que aquella que rema contra el amor.
Agua de vida, borra, limpia, purifica…
Agua dame aire, dame fuerzas, dame vida .-

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